Jean paul sartre- la nause

JEAN-PAUL SARTRE

LA NÁUSEA

9a. EDICIÓN

Jean Paul Sartre 1 La Náusea

HOJA SIN FECHA
Lo mejor sería escribir los acontecimientos cotidianamente. Llevar un diario para comprenderlos. No dejar escapar los matices, los hechos menudos, aunque parezcan fruslerías, y sobre todo clasificarlos. Es preciso decir cómo veo esta mesa, la calle, la gente, mi paquete de tabaco, ya que es esto loque ha cambiado. Es preciso determinar exactamente el alcance y la naturaleza de este cambio. Por ejemplo, ésta es una caja de cartón que contiene la botella de tinta. Habría que tratar de decir cómo la veía antes y cómo la1 ahora. ¡Bueno! Es un paralelepípedo rectángulo; se recorta sobre… es estúpido, no hay nada que decir. Pienso qué éste es el peligro de llevar un diario: se exagera todo, unoestá al acecho, forzando continuamente la verdad. Por otra parte, es cierto que de un momento a otro —y precisamente a propósito de esta caja o de otro objeto cualquiera—, puedo recuperar la impresión de ante ayer. Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos. No que se produce. Naturalmente, ya no puedo escribir nada claro sobre las cuestiones del miércoles y deanteayer; estoy demasiado lejos; lo único que puedo decir es que en ninguno de los dos casos hubo nada de lo que de ordinario se llama un acontecimiento. El sábado los chicos jugaban a las tagüitas y yo quise tirar, como ellos, un guijarro al
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nada, sino anotar con cuidado y prolijo detalle todo lo

Espacio en blanco.

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agua. En ese momento me detuve, dejécaer el guijarro y me fui. Debí de parecer chiflado, probablemente, pues los chicos se rieron a mis espaldas. Esto en cuanto a lo exterior. Lo que sucedió en mí no ha dejado huellas. Había algo que vi y que me disgustó, pero ya no sé si miraba el mar o la piedrecita. La piedra era chata, seca de un lado, húmeda y fangosa del otro. Yo la tenía por los bordes, con los dedos muy separados para noensuciarme. Anteayer fue mucho más complicado. Y hubo además esa serie de coincidencias y de quid pro quo que no me explico. Pero no me entretendré poniendo todo esto por escrito. En fin; lo cierto es que tuve miedo o algo por el estilo. Si por lo menos supiera de qué tuve miedo, ya sería un gran paso. Lo curioso es que no estoy nada dispuesto a creerme loco; hasta veo con evidencia que no lo estoy:todos los cambios conciernen a los objetos. Por lo menos quisiera estar seguro de esto.

Las diez y media3
Acaso después de todo, fue una ligera crisis de locura. Ya no quedan rastros. Hoy los extraños sentimientos de la otra semana me parecen muy ridículos: ya no me convencen. Esta noche estoy muy a mis anchas, burguesamente, en el mundo. Éste es mi cuarto, orientado hacia el noreste. Abajola calle des Mutilés y el depósito de la nueva estación. Desde mi ventana veo, en la esquina del bulevar Victor-Noir, la luz roja y blanca del Rendez-vous des Cheminots. Acaba de llegar el tren de París. La gente sale de la antigua estación y se desparrama por las calles. Oigo pasos y voces. Muchas personas esperan el último tranvía. Han de formar un grupito triste alrededor del pico de gas, justodebajo de mi ventana. Bueno, todavía tienen que esperar unos minutos: el tranvía no pasará antes de las diez y cuarenta y cinco. Con tal de que esta
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Hay una palabra tachada (quizá “forzar” o “forjar”); otra, agregada encima, es ilegible. De la noche, evidentemente. El párrafo que sigue es posterior a los anteriores. Nos inclinamos a Jean Paul Sartre 3 La Náusea

noche no lleguenviajantes de comercio; tengo tantas ganas de dormir y tanto sueño atrasado. Una buena noche, una sola, barrerá con todas estas historias. Las once menos cuarto; no hay nada que temer, ya estarían aquí. A menos que sea el día del señor de Rouen. Viene todas las semanas; le reservan el cuarto Nº 2 del primero, el que tiene bidé. Todavía puede llegar; muchas veces toma un bock en el Rendez-vous des…